El 95% de los incendios forestales son producidos por la mano del hombre. Los principales escenarios que desatan estos incidentes son fogatas y colillas de cigarrillos mal apagadas, el abandono de tierras y la preparación de áreas de pastoreo con fuego. 

Factores climáticos como la falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, las heladas constantes y los vientos fuertes inciden en su propagación. Por eso, debemos ser muy cautos para evitar que los incendios se propaguen.

¿Qué es el humo?

El humo de los incendios forestales emite una gran variedad de sustancias que afectan notablemente la salud respiratoria, tanto para las personas que padecen neumopatí­as crónicas como para las personas sin antecedentes de este tipo.

La contaminación atmosférica generada por combustión está formada por varios miles de elementos y sustancias, la composición exacta del humo varí­a según el tipo de material en combustión. Incluso, diferentes tipos de plantas y árboles pueden producir cantidades diferentes de humo y gases con composición distinta.

Se puede dividir la nube de humo en tres categorí­as:

1 PARTÍCULAS Es el componente visible, el humo en sí­ mismo. Pueden ser grandes, finas y ultrafinas; lí­quidas o sólidas
2 COMPUESTOS ORGÁNICOS VOLÁTILES hidrocarburo, benceno, formaldehído. La mayorí­a son potencialmente cancerí­genos y producen irritación en las ví­as aéreas. Son invisibles a simple vista y se subestiman los riesgos que pueden producir. Su efecto en los pulmones y en la piel es lógico, debido al contacto directo, pero también pueden afectar otros órganos.
3 GASES TÓXICOS como el ácido cianhí­drico y monóxido de carbono. Este último puede provocar un aumento de la presión sanguí­nea, dolor de pecho y arritmia, además puede ascender a la atmósfera con facilidad y recorrer grandes distancias.

¿Cómo afecta a nuestra salud?

Pueden presentarse efectos inmediatos como:

• Tos

• Dificultad para respirar

• Ardor y lagrimeo en los ojos

• Secreción nasal

• Disfoní­a 

• Irritación en senos paranasales

• Silbidos en el pecho (broncoespasmo)

• Dolor de pecho

• Dolor de cabeza

• Cansancio / Fatiga

• Latidos cardiacos acelerados

Las personas con mayor posibilidad de enfermarse son las que ya tienen una patologí­a cardiológica y/o respiratoria (sobre todo si no está controlada), también son más vulnerables los adultos mayores, los niños y las embarazadas. 

Dra. Emilia Esquiu – Neumonóloga

¿Qué recomiendo?

Para la población en general:

  • Evitar todo lo posible la exposición. Prestar atención a los mensajes de las autoridades de salud pública y seguridad ambiental, especialmente los que viven en las zonas cercanas a los incendios. Reemplazar actividades al aire libre (correr, caminar, andar en bicicleta) por otras que puedan realizar en casa.
  • Mantener el hogar limpio: NO FUMAR DENTRO DE LA CASA; no usar aspiradoras ya que mueve partí­culas. 
  • Emplear tapabocas. Para estos casos, las mascarillas de tela no protegen porque las partí­culas son muy pequeñas, las más adecuadas serí­an las de tipo N95.

Para mis pacientes con patologí­as respiratorias:

  • Activar el PLAN DE ACCIÓN que tenemos previsto en las consultas
  • Continuar con la medicación de base (broncodilatadores, etc), cada paciente tiene permitido aumentar la dosis, sabiendo las pautas de alarma.
  • Nunca suspender la medicación, aunque el paciente se sienta bien
  • Hidratación y buena alimentación
  • Medicación de rescate como broncodilatadores de acción rápida (salbutamol) en la cartera bolsillo o mochila 
  • No automedicarse, para esto planificamos el Plan de Acción

Y si no pueden controlar los síntomas tienen la posibilidad de realizar videollamadas o programar turno y en casos más severos concurrir a la guardia

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